Kino Palais y el año en que volví a amar el cine
Barbara Niveyro en conversación con Germán FernándezLo conozco a Germán desde el 2009 y Kino Palais (ahora ubicado en la Casa Nacional del Bicentenario) fue siempre su sistema nervioso. Su fuego, su juego, y de alguna manera, nuestra complicidad. Porque a Germán y mí nos unirán los vinilos, su hijo que es mi sobrino, la ternura por los gatos y Villa Mitre, pero por sobre todas las cosas, el cine. Pero el cine no desde una mirada cinéfila (soy ajena a esa especie), sino desde una mirada vulnerable, hacedora, y comunitaria.
Meterse en el cine independiente es pretender ser hombres que suman sus sombras sobre el río Sumida (Win Wenders), la Borges de azul reventando copas bajo el rayo salteño (Lucrecia Martel), y la Rossellini, dirigiendo el concurso de La Canción más Triste del Mundo sobre sus piernas de cerveza tirada (Guy Maddin). El cine independiente es también la mística de Kino Palais, es ronda, y es experimento. Y este año que me reencontré con este amor, quería cerrarlo charlando con Germán sobre el refugio que Kino significa para las almas alternativas.
Desde Buenos Aires y para el mundo.
¡Hola Germán! ¿Nos contás qué es Kino Palais y si hay un leitmotiv que defina el corazón del proyecto-espacio?
Kino Palais (@kinopalais) es un espacio alternativo dedicado al cine y a disciplinas vinculadas al universo audiovisual, que explora diversas perspectivas, desde lo experimental hasta el cine independiente. Su programación abarca cine de autor, documentales de creación e incluso videoarte.
En el último tiempo, nos expandimos hacia las artes escénicas, convirtiéndonos en sede y coproductores de performances donde lo visual cede protagonismo a experiencias más sensoriales. Esto incluye instalaciones performativas, lecturas y eventos en los que la experiencia se impone sobre lo narrativo tradicional.
Desde el 2018 estamos la Casa Nacional del Bicentenario. Al ser un espacio estatal, todas nuestras actividades son de entrada libre y gratuita
“Me sorprende gratamente cómo cada vez más personas buscan activamente experiencias en salas de cine, teatros o performances, no solo para ver, sino para sentir.” - Germán Fernández
¿Cómo surgió Kino Palais?
El proyecto empezó en el 2008 de la mano de Rubén Guzmán. Él estaba metido en el mundo del cine experimental por su condición de realizador y quería un lugar para fomentar este tipo de cine. Antes de Kino Palais estaba en el Palais de Glace y funcionaba un espacio INCAA, y la idea original era dar un cambio rotundo y no limitarse solamente a lo nacional.
¿Cómo funciona el equipo y cuál es tu rol? ¿Con qué otros proyectos colaboran?
Actualmente somos dos, José Ludovico está más vinculado al cine nacional ya que trabaja como programador en varios festivales del país. Él es el que sabe y ve todo lo que pasa en los festivales antes de que se estrene. Yo soy el responsable de organizar y gestionar lo vinculado con el cine experimental y más que nada con el cine de afuera.
¿Cómo los trata diciembre?
Muy contentos. Siempre a fin de año suceden cosas muy buenas. Fuimos unas de las sedes de la primera edición del festival Infinito Super 8 que dio un taller abierto a la comunidad y luego se exhibieron los proyectos realizados. El festival está organizado por gente amiga que viene años trabajando con el formato del fílmico.
También, participamos en el festival de música noise y drone Primavera Noise donde se proyectaron tres documentales con esa temática. Y vamos a cerrar con un festival que se llama Light Matter, que está en Alfred, en el estado de Nueva York, que ya lo hicimos dos veces, esta es la tercera edición, que vale destacar que es gratuito. Y está buenísimo, porque son las nuevas tecnologías en el cine experimental porque se presenta en muchos formatos y de todas partes del mundo. Vendrá su director y curador James Hansen para presentarlo.
¿Qué cosas nuevas les trajo este 2024?
Estamos ampliando nuestra propuesta hacia obras audiovisuales que trascienden el cine tradicional. Recientemente, nos embarcamos en una coproducción que no fue cine en el sentido estricto, sino una instalación performática titulada Una boca de memoria. Esta obra, creada por Sandy Pauli, una artista alemana radicada en Argentina desde hace años, explora los diarios de su abuela, quien vivió durante la ocupación de Berlín en la Segunda Guerra Mundial. El proyecto fue desarrollado en colaboración entre el equipo de Pauli —con actores y música en vivo, instalaciones sonoras y textiles — y nosotros, quienes aportamos los recursos necesarios para completar y ensamblar la obra. Las presentaciones fueron un éxito, y ya está previsto que regrese el próximo año antes de iniciar su recorrido por otros espacios culturales.
Este año incorporamos nuevas propuestas, como el ciclo Tesoro, que presentó obras en un formato híbrido entre la ficción y el documental, apoyadas con lecturas de diarios de rodaje que ofrecieron una mirada sobre los procesos creativos.
Vino un artista uruguayo llamado Guillermo Amato a presentar “El Vacío Espléndido” que es un video ensayo articulado a partir de múltiples fragmentos visuales y sonoros realizados en colaboración con varios artistas.
Uno de los hitos que más nos enorgullece fue el homenaje a Narcisa Hirsch, alma máter del cine experimental argentino, quien falleció en mayo a los 95 años. En colaboración con Macarena Cordiviola, organizamos un ciclo dedicado a su obra, donde no solo revisitamos sus piezas fundamentales, sino que también invitamos a sus colaboradores para profundizar en su legado y ofrecer al público un acercamiento único a su universo creativo.
¿Qué planes tienen para el año que viene?
Hay ciclos que queremos repetir por el gran interés que han generado. Uno de ellos es Un lugar en que nunca estuve, que presenta documentales sobre rincones inesperados del mundo y sus fascinantes historias o personajes que el espectador descubre a través del cine. En 2024, el ciclo incluyó obras de Grecia, Montenegro, Siberia y el desierto del Sahara, y tuvo una excelente recepción.
Seguiremos apoyando al cine argentino que está pasando una crisis muy grande, no solamente por el tema del apoyo del INCAA, sino que hay un problema muy grande con la exhibición de películas. Ya no hay salas, no hay circuitos. Nosotros tenemos una red de conocidos que hacen proyecciones y ciclos, como La Nave de los sueños, y el espacio de cine del Centro Cultural Conti, con quienes compartimos información y ciclos.
Las productoras necesitan lugares donde proyectar. Nos pasan películas porque tienen la necesidad imperiosa de que la película se exhiba así en una pantalla con público. Lamentablemente las películas tienen un tiempo limitado de exhibición. Obviamente tenemos una responsabilidad en presentar todo lo que se pueda, que no siempre podemos satisfacer, pero es el cine que priorizamos.
¿Qué reflexión podés compartirnos sobre el nuevo cine y la música?
Vivimos en una época donde todo tiene una velocidad vertiginosa. Hay una tendencia a consumir cine y música de manera casi inmediata, como si hubiera una urgencia por no quedar afuera de lo que está en boga. Es como si estos contenidos tuvieran una fecha de caducidad marcada por la moda, perdiendo su relevancia si no se disfrutan en el momento exacto o por quedarnos afuera de las conversaciones. Por eso, está bueno revisitar siempre obras del pasado o no tan distantes.
¿Qué pensás sobre las nuevas tecnologías y el cine?
A pesar del constante bombardeo de imágenes y estímulos provenientes de pantallas, publicidad y redes sociales, el espacio de una sala de cine parece estar recuperando su lugar como un refugio artístico. Me sorprende gratamente cómo cada vez más personas buscan activamente experiencias en salas de cine, teatros o performances, no solo para ver, sino para sentir.
Si bien las plataformas de streaming dominan el consumo masivo, es evidente que su oferta se limita principalmente al cine comercial con pequeñas excepciones de películas de festivales. Algo que pasa con el cine es que todos sabemos que tal película en dos meses llegará para plataforma de turno pero todos quieren verla en el cine. Cada vez más espectadores comienzan a valorar la experiencia insustituible de asistir a un evento cultural en vivo, donde la conexión emocional y sensorial son incomparables.
Si la plata y la política no fueran obstáculos, ¿Qué sueñan para el futuro de Kino? Sueño sin límites, se vale el delirio y la ciencia ficción
Sin aspirar a un mundo ideal, pero sí reflexionando sobre el presente actual, creemos que no se necesita tanto para seguir creciendo. Nos gustaría que nuestro espacio se convirtiera en un lugar propicio para talleres y el desarrollo de proyectos creativos, con intercambio de ideas y la experimentación artística. Algo que antes llegamos a hacer.
También desearíamos contar con más días de proyecciones y eventos, aunque esto no depende únicamente de nuestra iniciativa. La clave está en disponer de los recursos humanos necesarios para generar y acompañar estas actividades
También, una deuda pendiente es poder generar contenidos y registros sobre los artistas que han pasado. En el año 2023, con la excusa de nuestros 15 años pudimos hacer entrevistas a algunos artistas (links debajo)
Es diciembre y me pongo sensible. ¿Algún aliento o inspiración para los trabajadores audiovisuales que tuvieron un año jodido?
En cuanto al cine, debemos atravesar esta crisis y esperar el regreso de políticas de fomento y producción para nuestro cine nacional. Aún queda mucho por recuperar y pelear, pero, al final, eso es lo que nos mantiene vivos. Aunque pueda sonar a cliché, el cine es algo fundamental y representativo de nuestra cultura nacional. No podrán apagarlo fácilmente.
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