Senderos Literarios Hacia la Raíz
desde la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, con Facundo Leone
Facundo Leone buscando libros en Córdoba
El último enero, durante la semana más calurosa del año, tuve el placer de conversar con Facundo Leone, quien no necesita más presentación que decir que es el mejor librero de este herido planeta — quizás agregar “hijo del rigor y del tango”. Entre camparis y manguerazos hablamos sobre el poder sanador de la poesía, de las poetas Estela Figueroa, Claudia Masin and Gabriel Okoundji, y de la literatura en los espacios digitales.
Hasta el 16 de mayo lo pueden encontrar en la 46.ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, representando a la librería del Fondo de Cultura Económica.
¿Cómo puede la poesía sanar? Ya sea en el sentido físico, anímico, espiritual…
Pienso en la poesía confesional como un modo catártico. Es lo que más me interesa a mí, porque se trata de una persona real (la que escribe). Estuve leyendo mucho de acá también, eso que te contaba de (Roberto) Juarroz, que era fanático de la poesía de (T.S.) Eliot, y decía “hay un Eliot escribiendo en Tucumán que no conocemos”. Yo, por ejemplo, estuve explorando Entre Ríos y Santa Fe. En Córdoba hay mucho también y hay un montón de poetas. Hay mucha, mucha poesía en Entre Ríos que es excelente y que está a la altura para mí de cualquier poesía internacional. Y te conocés a vos muchísimo más y a tus raíces, que me parece lo más importante. Está bueno explorar otras lenguas y saber de Rusia, saber de cómo vivía la gente de Polonia después de la segunda guerra, que se terminó, buenísimo, pero no se terminó nada. Nadie va a venir a arreglar las cosas que rompieron. En un momento estaba leyendo la historia de Polonia. Tuvo millones de invasiones desde el siglo XV, ¿viste? Me parece que ahí hay una suerte de idea de la historia de tu país, que deja una marca.
¿A la hora de sanar?
A la hora de sanar y de entenderse también, porque una manera de sanar también es entenderte a vos, a tu contexto y a toda tu familia. Y cómo llegaste vos acá también. Después amigarte con eso que sos. Y me parece que hay que agradecer que mantuvimos ese nivel de horror, violencia y desesperación. De haber perdido todo lo que teníamos y que ya no puedas identificar ninguna casa porque son puros escombros… realmente como había dicho el italiano ese día ni bien empezó la pandemia cuando había ido a buscar fideos y no había y le dijo al camarógrafo: “Ojalá que les pase algo de verdad, porque ustedes no vivieron nada. Yo viví las dos guerras.” Diciendo, este nivel de desesperación por algo invisible, yo veía a las bombas caer. Esa cosa que me parece que es muy de ahora, inventar algo y hacerlo tan gigante que llega a ser insulso. Me parece que por eso hay tanta, tanta cuestión de anti-vacuna, hasta que se te muere tu viejo viste, que lo tenés al lado, no te das cuenta, y ahí te vas a poner la vacuna. También estaba leyendo… pará, me fui a la mierda.
¨El gusto literario es muy especial y es muy necesario, te hace salir del ciclo en el que estás.¨
Sí, te fuiste a la mierda. Pero al mismo tiempo hablemos del elefante en la habitación: ¿hay poesía post-covid ya?
El doble filo de la poesía confesional es que es yo-yo-yo-yo-yo-yo. Y termina siendo aburrida porque al mismo tiempo, volviendo a la frase del viejo, hay una realidad también que puede ser criticable. Esperá que te pase para escribir algo. Vi una autobiografía de una piba de 26 años. Naciste en el ´94, ¿qué carajo te pasó? ¡Nada! Y no es en Mongolia o en Kosovo. Capaz que tiene algo muy interesante para decir, lo veo muy repetido en la librería. Cositas que ponés en un blog, pero no sé si da para imprimir.
¿Por qué no dan para imprimir? ¿Sólo lo bueno se tiene que imprimir? Porque además pensá que el acceso a tener un blog, a entrar, a leer un blog, quiere decir que tenés wifi, entonces quiere decir que estás bajo un techo y que tenés algún tipo de dispositivo. ¿Las cosas malas pasantistas no se pueden imprimir?
No, de hecho son las que más se imprimen. Las cosas buenas que encontrás son muy pocas. Lo malo sobra. Si vamos a ser así de cínicos, de 40 libros que agarro me van a gustar 5 o 6. A mi juicio, yo sostengo un sendero hacia las cosas que me gustan. Y ahí te cerrás, pero te aviva un montón de cosas también, porque el gusto literario es muy especial y es muy necesario, te hace salir del ciclo en el que estás.
Es también una suerte que te haya tocado un buen profesor o profesora de literatura que dejó una marca. Hay demasiada información y formación para entender un problema y a veces es la formación lo que te causa el problema. ¿Cómo llega un libro a tus manos?
Sí, pero bueno, a lo que yo iba también en el sendero literario que uno escoge es que después termina siendo bueno. Yo laburo en librerías, así que me llega todo todo el tiempo. Entonces es más fácil, pero es muchísimo más el placer que yo sentí habiendo encontrado el libro que busqué por años, que de repente lo tenía en la mano porque lo busqué un montón, ¿entendés? Después el libro podía ser o no bueno. Pero esa búsqueda tiene mucho que ver con el libro… hace las cosas más lindas...
Y se me ocurrió otra pregunta mientras hablabas… ese es un problema, tengo que estar activa en la audición.
No. Nunca, calles esas voces.
¡Ah, ya sé! La vez pasada estuve leyendo ese libro que te quiero mostrar, una antología de poetas de Nicaragua que hablan de la Revolución de Nicaragua. Y el libro, además de que usa distintos tonos, incluye autores con miradas opuestas, muestra cómo la revolución utilizó a la poesía como una herramienta de batalla, dando talleres, enseñando a los pueblos a leer y a escribir. Hacia el final hay poemas de personas que no sabían escribir y crearon poemas en estos talleres. Eran muy simples, como si te dijera “hoy el atardecer sucedió a las seis”. Al margen de si eso te resulta poético o no, que a mí sí, pienso que el gesto revolucionario es, loco, no solo estás invitando a alguien a observar y escribir lo que siente o se le ocurre, sino que además invitás a la gente a enunciarse, decir, “eeeyyyy, yo estoy acá”.
Uno de estos poetas de la posguerra dice algo muy simple, muy breve, ¨hoy volví a escuchar los pájaros¨ (que se habían ido por las bombas y después volvieron). Eso te dice un montón de cosas. Primero el vacío, la soledad, el silencio total de la noche y del día, y en el ajetreo, quizás a punto de amanecer, de nuevo los pájaros. Eso es todo. Ya está. No necesito nada más.
¿Un acto de fe?
Sí, sí, como una pizca de esperanza, como diciendo “si ellos volvieron quizás acá se pueda hacer algo, quizás acá pueda nacer algo de nuevo”. Es algo muy breve pero a la vez tiene una fuerza impresionante. Su brevedad es tan fuerte, quizás a alguien no le diga nada, pero también el contexto es muy importante. Si es un nicaragüense que perdió a su familia o que estuvo encerrado. Quizás ese poema pasa, pero le ponés una fecha y un lugar y tiene raíz. Me parece que cuando está bien arraigado el poema, la raíz funciona. Pero bueno, una mirada de afuera siempre va a ser una mirada de afuera. Volviendo al dolor…
Yo hablo de sanar y vos hablás de dolor.
Bueno, pero me gustan un montón de poemas que son luminosos. Hay mucha verdad en el dolor que en otro tipo de poemas, ¿viste? El sentimiento, cuando tenés una sensación de escribir un poema que a mí me pasaba cuando aparecía mucho dolor, era inevitable escribir. Cuando estás en un buen momento no tenés necesidad, estás viviendo ese momento de felicidad. Después es más impresionista, recordando esa foto que sacaste de esas flores y ese campo detrás de la iglesia. Pero lo hacés en otro momento, ¿viste? Es una búsqueda de esa felicidad que vos decís. Imprimir eso, dejarlo escrito en un poema.
¨Hay mucha verdad en el dolor que en otro tipo de poemas, ¿viste?¨
¿Te importa el rol que tiene la poesía en los espacios digitales?
Me parece mucho más difícil que alguien encuentre un libro a que tenga un celular. En ese sentido, sí es más difícil que esa persona vaya a buscar un libro, que lo encuentre, que lo compre. Quizás les llegue algo que ven ahí en el medio. Puede ser en forma de canción también, porque la poesía es música, ¿no? La música te puede hacer corear algo que nunca dirías, te libera. El sonido te libera y esa manera de entrarle a la literatura me encanta, pero por lo que yo veo en las librerías… la gente más joven está refugiada en esta cuestión virtual y me parece mucho más difícil entregarles un libro y que realmente lo lean. Y la otra mitad de los juveniles románticos, viste así tipo serie de Netflix, a mí me rompen mucho los huevos. Y la otra cosa es el miedo. El miedo a no entender. La gente no compra porque piensa que no va a entender y eso es otra muralla que se crea en la gente, en sí misma.
Ahora tengo dos preguntas.
Te tendría que hacer una pregunta yo a vos.
Foto de malonmalon.com.ar
No, no, esto es para Galaxia 2000, no puedo auto-entrevistarme. ¿Poetas contemporáneos para recomendar? Tienen que estar vivos.
Estela Figueroa, vive en Santa Fe. Que me la cuide Dios, porque si no me voy a poner muy triste, quiero ir a llevarle un par de flores y un whisky y hablar con ella porque me parece impresionante lo que hace. Es una poeta muy poco nombrada en lo que es la historia de la literatura argentina, que tiene mucho peso para mí. (Algunas obras: Máscaras sueltas, El libro rojo de Tito, Un libro sobre Bioy Casares). Claudia Masin, chaqueña. Está allá arriba. Me dijeron que está bastante loca, pero no podés pedirle todo a un poeta. (Algunas obras: Geología, La siesta, La cura, Lo intacto, La desobediencia). Gabriel Okoundji, un poeta francófono de la República del Congo que acabo de leer un librito de él, de editorial Evaristo. (Algunas obras: L’äme blessée d’un éléphant noir, The Wounded Soul of a Black Elephant: A Prayer to the Ancestors). Por si están escuchando, me gustaría las novedades (risas). Igualmente están mandando, bastante copados.
O no podés acceder tampoco porque no se produce localmente. Ahora hay un fuerte crecimiento de lo que es la editorial independiente. Pero yo conocí un momento en que era imposible conseguir un libro, yo estaba obsesionado con un autor español y encontré un PDF con toda la obra. Puse la primera opción en Google y me salió, eso es maravilloso. La imprimí y la tengo anillada. Nunca pienso ir en contra de eso porque hay cosas que ni están traducidas. Yo tengo algo con las manos igual, poder agarrar el libro, hacerlo mío, marcarlo y que envejezca a mi lado, es acercarse a la literatura. Para mí que si tenés 8000 libros en Kindle no vas a tener 8000 libros. Ni en pedo. Ni vas a volver a leer uno de esos libros. Un libro también es un talismán.
Poema de Raúl González Tuñón
Vas a estar hasta el 16 de mayo gestionando el stand de Fondo de Cultura Económica en la 46 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. ¿Qué onda?
Está buena la feria porque empezás a conocer, además de los libreros, a los editores, distribuidores, los tenés todos juntos, y es una pequeña comunidad, es una familia. Somos pocos y nos conocemos mucho, ¿no? Poder conocer la maquinaria que hay detrás del libro, detrás de esos papeles atestados de palabras, hay un montón de laburo. Y es gente humilde, es gente que es laburante, ¿viste? Hay que tener una resistencia para hacer la feria porque hay mucha gente, mucha demanda, son muchas horas. Pero después hay una cuestión muy gratificante en ver distribuida la obra de un escritor/escritora amigx, ver cómo lo pide la gente, ver cómo vuelven para agradecerte porque les hayas recomendado eso y poder a veces cruzarte con ese escritor, con esa escritora, y poder darle la mano y decirle en la cara lo que te cambió esa literatura.
Fueron dos años sin feria. Y en estos dos años se incrementó a la enésima potencia la cantidad de importaciones de libros, no solamente de Europa o de Estados Unidos , sino, lo que más me sorprendió a mí, es el espacio que empezó a ganar la literatura latinoamericana contemporánea. Tenemos un millón de libros más, nuestros colegas venezolanos, chilenos, de todas partes de Latino América y eso está buenísimo, es muy enriquecedor y me pone muy contento.